Viva el 2019

"El tiempo vuela", decimos, porque en realidad no entendemos lo que es el tiempo. Pasan los días, las estaciones, los años, los siglos, fuimos jóvenes, envejecemos, morimos. 

Somos conscientes del tiempo, pero no tenemos control sobre él, podemos medirlo pero no cambiar su ritmo. Tenemos menos control de lo que nos gusta pensar. 

Tratamos de cuantificar todo, metrificamos cualquier cosa o característica hasta de nosotros para medir nuestra valía y darle un sentido a nuestro tiempo en este mundo. Por ejemplo usamos los CV's para mostrar y medir nuestras capacidades y experiencias.

Pero acaso ¿hemos pensado en nuestro panegírico?. Las virtudes del panegírico deberían de ser más profundas: quienes somos realmente, cómo somos al relacionarnos ¿agradecidos, afectuosos, confiables, mentirosos, constantes?. Debo de confesar, que al menos para mí, no son estas las virtudes a las que les presto mayor atención a lo largo del año. Espero cambiar esto en el año que comienza.

Joseph Soloveitchik, fue un filosofo que en su libro llamado La soledad del hombre de fe escribió que la naturaleza del hombre tiene dos caras, a las cuales llamó Adán 1 y 2. Adán 1 trata de conquistar el mundo, busca someter y dominar, ser creativo y funcional, capaz de obtener el control sobre la naturaleza. Se trata de un hombre que se eleva sobre la existencia animal, que busca construir su propio mundo y forjar su destino. Está impulsado hacia adelante, es aventurero y conquistador, señor y no esclavo. Mientras que Adán 2 no solo quiere guiar y hacer el bien, sino ser bueno a la medida que se deja guiar por aquellos con los cuales comparte el mundo, no trata de entender el cosmos para manejarlo sino para comprender su existencia viviendo de acuerdo a los valores que le fueron impuestos. 

Para Soloveitchik, los dos Adán viven en constante lucha dentro de nosotros; esta es la parábola con la cual Soloveitchik estudia la autoconfrontación entre las habilidades para ser exitoso y la búsqueda de nuestros valores internos.

Las dos caras, tienen principios diferentes, mientras que Adán 1 busca el beneficio social: el reconocimiento através del dinero o del éxito, Adán 2 busca cambiar nuestra naturaleza moral, realizarnos como personas, olvidandonos de nosotros mismo. O como decía San Juan:

Para venir a saberlo todo, no quieras saber algo en nada, para venir a gustarlo todo, no quieras gustar algo en nada, para venir a poseerlo todo, no quieras ser algo en nada.

Resulta que vivimos prefiriendo ser Adán 1 y descuidamos a Adán 2. Y el problema es que la gastamos la vida como si fuera un juego, lo que nos convierte en seres más fríos a cada paso, sin que logremos diferencias entre el ser que deseamos ser y el que en realidad somos.

Si hoy fuera nuestro último día ¿nos mereceríamos el panegírico que nos gustaría? ¿El que esperamos que alguien nos dé?

Un día, platicaba con una persona que no conocía quien era Pablo Picasso ni su obra, así que abrí mi celular y le mostré una pintura suya, él me respondió "a mi me parece que desarmó a esa pobre muchacha y luego intentó armarla otra vez pero ya no le salió. Y con eso hace que no la vez como si fuera una muchacha real, es como si pudieras ver como es ella por dentro y no sólo por fuera". Fortalecemos la imagen de Adán 1 convirtiéndolo en una máscara y nos olvidamos de nuestro Adán 2 interior, al punto que para reflexionar y ver nuestros Adán 1 y 2, nos tendría que pintar Picasso como en la Mujer Llorando (1937).

Existe un relato titulado El país de los ciegos, una ficción donde H. G. Wells cuenta que sus habitantes han estado ciegos durante generaciones y por ello buena parte de su imaginación se ha ido transformando en un nuevo imaginario; en nuevas realidades ficticias condicionadas por la percepción y agudeza de sus oídos así como por el sentido del tacto, dejando a un lado la verdadera realidad.

Debemos de construir un profundo carácter entre Adán 1 y 2. Adán 1 se construye a mejorar tus fortalezas. Adán 2 se construye superando nuestras debilidades. Una mejor persona es la combinación de los dos. Reinhold Niebuhr resumió la confrontación, la vida al máximo de Adán 1 y Adán 2, de la siguiente manera: 

Nada que valga la pena hacer se puede lograr en toda una vida; por lo cual nos debe salvar la esperanza. Nada que sea verdad o bello o bueno tiene sentido en el contexto inmediato de la historia; por lo tanto nos debe salvar la fe. Nada de lo que hagamos, sin importar cuán virtuoso sea, se logra solo; por lo tanto, nos debe salvar el amor. Ningún acto virtuoso es tan virtuoso desde el punto de vista de nuestro amigo o enemigo como lo es desde el nuestro. Por lo tanto, nos debe salvar esa forma final de amor, que es el perdón.

Finalmente, Oliver Sacks, en uno de sus últimos artículos escribió: 

No puedo fingir que no tengo miedo. Pero el sentimiento que predomina en mí es la gratitud. He amado y he sido amado; he recibido mucho y he dado algo a cambio; he leído, y viajado, y pensado, y escrito. He tenido relación con el mundo, la especial relación de los escritores y los lectores. Y, sobre todo, he sido un ser sensible, un animal pensante en este hermoso planeta, y eso, por sí solo, ha sido un enorme privilegio y una aventura. 

Que cada día seamos valientes, caminemos en la oscuridad sin miedo y entremos en el final de nuestras vidas con sonrisas en nuestras caras, incluso si las estamos fingiendo. Y lo que sea que nos pase mientras vivimos, lo que sea que hagamos, lo que aprendamos, disfrutemos de ello. Así que ese es mi deseo para este 2019, para ti, y para mí: La valentía y la alegría para disfrutar nuestras vidas.